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urante el último verano austral, el continente oceánico padeció una plaga de incendios agravada por una prolongada sequía. Fue la consecuencia del calentamiento global provocado por la actividad humana; y si estos episodios se vuelven cada vez más frecuentes, llevaremos al koala al borde de la extinción. Será ya la segunda vez desde que este extraordinario marsupial fue descubierto por los colonos europeos en el siglo XIX. Pero, ¿cuál es la situación actual real de los koalas? ¿Estamos aún a tiempo de salvarlos?
La rama evolutiva de los koalas surgió hace unos 40 millones de años, cuando Australia estaba aún separándose de la Antártida y formando un nuevo continente. Para cuando llegaron los primeros exploradores europeos, estos animales llevaban ya 60.000 años conviviendo con el hombre —los primeros pobladores humanos de Australia se habían encontrado con dos especies: los actuales koalas y una especie de mayor tamaño, ya extinguida. La primera referencia “moderna” data de 1798: el 26 de enero John Price anotaba en su diario haber visto un ejemplar de lo que los nativos conocían como cullawine y que era muy parecido a los perezosos sudamericanos.
La primera descripción científica llegó en 1803, cuando la expedición inglesa del HMS Investigator capturó los primeros ejemplares en el Monte Kembla. El naturalista inglés Robert Brown lo bautizó entonces como Didelphis Coola, emparentándolo con el wombat —el animal con el que guarda más relación. Aunque en Europa se le quiso relacionar con osos y monos, en 1816 el koala fue reconocido como una nueva especie de marsupial y recibió su nombre científico definitivo, Pharcolarctos cinereus (que significa “oso con bolsa gris ceniza”).
Los primeros colonos comenzaron a cazarlos por su suave pelaje y a talar los bosques que habitaban. A comienzos del siglo XX la demanda de su piel era tal que la población de koalas ya había sido seriamente diezmada, y se impusieron vedas para evitar su caza masiva. El momento más crítico se produjo en agosto de 1927, cuando se abrió la veda en la región de Queensland: fueron abatidos 800.000 ejemplares, dejando al koala cerca del exterminio. Algo que no llegó a suceder porque, en 1930, fue declarada especie protegida.
INCENDIOS, MÁS AGRESIVOS, DURADEROS Y FRECUENTES
Ahora la amenaza es muy distinta: los incendios, que son cada vez más numerosos, agresivos, duraderos y frecuentes, como consecuencia directa del cambio climático. Lo confirman distintos estudios científicos, como el más reciente realizado por el MIT, que conecta el calentamiento global con la multiplicación de episodios locales de calor extremo y sequía. Esto favorece la formación de fuegos y los alimenta, pues la vegetación y el terreno estén tan secos que se convierten en combustible inmediato.
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Es importante que las personas tomen consciencia sobre la importancia de cuidar estos animales tan maravillosos y en si toda la naturaleza, para el bien del se humano.
ResponderEliminarsi eso es bastante importante porque tenemos que cuidar la naturaleza y a los animales
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